Durante los tres primeros años, un adulto es el mejor compañero de juego para un niño. El tiempo que vamos a permanecer en casa jugando con él, puede ser el momento perfecto para ofrecerle un buen modelo de comportamiento y desarrollar valores como la amabilidad o el respeto.

A estas edades los juegos son principalmente físicos: al niño le gusta experimentar con su cuerpo, por lo que dar rienda suelta a tu imaginación y ayudarle a saltar desde una silla, a “trepar” por tus piernas, a rodar sobre el suelo o, si todavía te quedan fuerzas, jugar con él al escondite, siempre es una buena idea; además de divertirle le ayudará a desarrollar su motricidad gruesa.

A partir del segundo año les encanta jugar a disfrazarse e imitar a los adultos en situaciones cotidianas; en casa, en el trabajo,… de esta manera comienzan a experimentar la vida en sociedad. Jugar con tu hijo a las “cocinitas”, a las profesiones o a «mamás y papás», te permitirá trabajar la empatía y el cuidado hacia los demás.

El tiempo que vamos a permanecer en casa jugando con él, también puede ser un buen momento para enseñarle juegos tradicionales a los que tú jugabas de pequeño: veo-veo, morra, lucha de pulgares, bolos, el pañuelo, aviones o barcos de papel, juego de la oca, jugar a las palmas, dados,…

Durante esta etapa, los niños están experimentando con su propia autonomía. Quieren hacerlo todo solos, así que aprovecha, deja que experimente y conozca sus límites. Fomenta su curiosidad y capacidad de iniciativa dejando que manipule los objetos para ver cómo funcionan y se mueven; su forma, su tamaño, su textura…

Si tienes un bebé en casa, crea un cesto de los tesoros, una cesta o caja llena de objetos de diferentes formas, colores y texturas. Objetos que tengas a mano como: cucharas de madera o metal, tapas de botes, espumaderas, rodillos,… para que puedan explorarlos y manipularlos.

Si eres manitas, te sugerimos la preparación del móvil Gobbi: cinco elementos iguales (como cucharas de silicona, pelotas u ovillos de lana) colgados de un soporte horizontal (lo ideal sería que fuesen del mismo color, pero de diferentes tonos) a diferentes alturas, con él podrás estimular la visión del color y la percepción de la profundidad.

El cesto de los tesoros, el móvil Gobbi o simplemente una caja que haga las veces de “casita” de la que pueda entrar y salir, son un buen recurso para los niños de 6 a 12 meses. A esta edad es importante que se mueva e intente desplazarse, por lo que ya nos resultaría muy útil el simple hecho de dejarlo en el suelo y con los juguetes a cierta distancia, para que tenga que hacer el esfuerzo de moverse para alcanzarlos.

Además, puedes llenar una caja con telas de diferentes colores y texturas para hacer parejas por colores, texturas e incluso por tamaños, puedes transformarla también en una caja sorpresa si tapas los ojos a tu hijo y le pides que empareje o reconozca mediante el tacto las diferentes texturas. Con esta actividad desarrollarás su percepción sensorial o la creatividad, si la transformas en una caja de disfraces y usáis esas telas para convertiros en diferentes personajes.

También puedes estimular el desarrollo de su motricidad fina y su coordinación óculo-manual con juegos de ensartar. Coge un colador, o un escurridor en el que el niño pueda insertar palitos o unos espaguetis sin cocer. Puedes hacer otra versión con una hucha grande para meter monedas.

Para ayudarle a descubrir su entorno, son importantes los juegos de experimentación. Hacer masa con agua y harina, para los más pequeños y de trasvases para los más mayores (pasando diferentes materiales de un recipiente a otro sin que se nos caigan, ayudados de elementos como cucharas), llenar botellas de plástico con productos como legumbres y construir “instrumentos musicales” o reproducir sonidos con ollas, tapas de metal y cucharones, crear pompas de jabón con agua y jabón o burbujas con agua y una pajita.

Conceptos matemáticos y espaciales como: dentro-fuera, arriba-abajo, cerca-lejos, encima-debajo, abierto-cerrado, mucho-poco, incluso las cantidades y los números, contando diferentes objetos que tengamos en casa.

Actividades como hacer series ensartando el cartón de los rollos de papel higiénico del mismo color (que anteriormente hemos pintado de distintos colores) en un cordón o cuerda que tengamos en casa o crear figuras con formas geométricas que hayas recortado en cartulina o papel, nos pueden servir para desarrollar el razonamiento lógico.

Cuando se acerca la hora de la siesta o la noche, es momento de calmarse un poco y nada mejor para ello que la lectura. Señala las imágenes de un libro y nómbralas para también él pueda reconocerlas y nombrarlas y recuerda que, no sólo con cuentos podemos trabajar el desarrollo del lenguaje, también con adivinanzas, rimas y poesías.