El niño y la niña cuando entran por primera vez a una escuela infantil lo hacen con unas características propias. Algunas dadas por sus características innatas y otras forman parte de lo aprendido en el hogar.

El mayor desarrollo del cerebro ocurre durante los tres primeros años de vida y depende de los genes, pero también del entorno en el que el niño y la niña se desenvuelven. Es durante los tres primeros años de la vida cuando se desarrollan las habilidades para pensar, hablar, aprender y razonar, todas ellas con un gran impacto sobre el comportamiento presente y futuro.

El desarrollo del niño y la niña depende, en primer lugar, de su estado biológico y neurológico en el momento de nacer pero a partir de ese momento, las experiencias que les ofrezcamos y las actividades que realicemos con ellos, van a ser fundamentales para su evolución posterior.

El sistema nervioso precisa de estímulos externos para poner en marcha las diferentes funciones para las que está preparado. Su desarrollo y posterior evolución va a depender de las oportunidades que se le ofrezcan, el aprendizaje que obtenga y las habilidades y destrezas que ejercite. Por ello es importante resaltar la relevancia de las primeras experiencias para el desarrollo de todas las capacidades cerebrales. 

Por esta razón, ofrecemos al niño un papel más activo y dinámino en su propio proceso de aprendizaje, dándole la posibilidad de seguir un proceso individualizado guiado por profesionales y proporcionándole un ambiente con actividades y materiales motivadores que le estimulen y favorezcan su desarrollo integral.