El niño o la niña de educación infantil siente el deseo de resolver los problemas por sí mismo, de enfrentarse a situaciones nuevas y buscar soluciones, a veces inesperadas por nosotros los adultos, interiorizando de este modo la experiencia de una manera propia y construyendo sus propios significados del mundo que le rodea.
Las observaciones que hace y sus interpretaciones de las mismas pueden estar influidas por sus ideas y sus expectativas. Se encuentra en una etapa ideal para el desarrollo de su creatividad. Todavía no está atado a esquemas, puesto que su estructura cerebral se está creando y esto le permite dar respuestas creativas ante cualquier situación que se le plantee. Si desde un primer momento conseguimos mantener esa libertad, esa naturalidad, dándole seguridad en sí mismo podemos conseguir que ese desarrollo de la creatividad no disminuya.
Por ello, desde nuestra escuela, partimos de lo que el niño o la niña ha resuelto y tratamos de ayudarle desde ese punto de partida a avanzar y mejorar. En ningún caso rechazando lo que ha creado y mostrándole lo que nosotros esperamos. El aprendizaje nace de la curiosidad que tiene por conocer y comprender los fenómenos que nos rodean. Por el interés natural de descubrir los objetos y las cosas, relacionarse con ellas y poner en juego sus propias capacidades. Las dudas y explicaciones que expresa de forma ingenua nos irán conduciendo a preguntas y respuestas más rigurosas.